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Todos los niños al cole?

Mientras que en los países desarrollados las familias se enfrentan ahora con uno de los mayores gastos del año, los de “la vuelta al cole”, llegando incluso a desembolsar hasta 600 euros de media por cada niño escolarizado en España, en el resto del mundo existen más de 125 millones de niños- dos terceras partes de ellos niñas- a los que se les niega el derecho básico de la educación, según la Unesco. Simplemente uno de cada cinco niños no verán el interior de un aula en su vida. La escolaridad es para muchos una barrera infranqueable y una prueba más de la gran brecha entre los países pobres y ricos. La enseñanza primaria universal sigue siendo un desafío.

“El mayor problema es que cuando terminan la primaria los padres les obligan a trabajar porque dicen que no tienen dinero para pagarles los zapatos o el uniforme de la escuela secundaria”. Son palabras de Anna Joseph, una misionera de la congregación de Maria Mediadora que trabaja en Malawi. En el colegio de su área de influencia, Mlale, con mas de 200.000 habitantes, reciben clase 1.795 críos, pero hay más de un 40 por ciento del total sin escolarizar.Nunca han tenido luz eléctrica e imparten las clases en aulas sin pupitres, con paredes agrietadas y con más de 100 niños de distintas edades hacinados en el suelo. “Ahora afortunadamente gracias a la solidaridad tenemos sillas, aunque estén apretujados, y han pintado, pero harían falta dos mil dólares para construir más aulas porque los niños se turnan en tres tandas para poder recibir todos las clases", asegura Anna..
No hay que irse mucho más allá para comprobarlo. En Ka-phiri (pequeña montaña), una misión de las Carmelitas al norte de la capital (Lilongwe), los niños reciben la lección bajo los árboles. La cantinela repetitiva no es sólo sobre geografía o matemáticas. Ellos deben aprender cómo prevenir el SIDA, que afecta extraoficialmente a un 35% de la población, mientras nuestros niños aprenden informática, audiovisuales o educación vial.“Tenemos cuatro clases fuera y cuatro dentro, pero cuando
llega la época de lluvias tenemos que meter a todos en las mismas aulas y dar distintas materias a un lado y al otro al mismo tiempo”, cuenta su director, John Ignacio, que enseña sensibilidad social “para que los pequeños respeten el valor de la mujer en los poblados”. No para de pedir ayuda para conseguir mejoras para su cole. "Necesitamos luz, unos aseos, una sala de profesores o al menos que alguien nos construya más clases", implora. Esta triste realidad puede trasladarse a otros muchos países de África, donde los pocos alumnos que consiguen llegar a la escuela pueden sentirse afortunados. En Zambia enviar a una criatura “al cole” puede costarle a una familia una quinta parte de su renta. No es de extrañar que más de medio millón de niños del país no vayan al colegio. En Mozambique un pequeño sólo puede aspirar a ir a la escuela cinco o seis años, cuando un norteamericano de cinco puede pasarse 17 años
disfrutando de una educación formal.En Tanzania un promedio de 12 alumnos debe compartir los libros y el material escolar. En Burkina Faso sólo una de cada cuatro niñas acude a la escuela y en Malawi del 32% que comienzan tan solo unas cuantas logran terminar la primaria.“La tradición y la pobreza hacen que muchas abandonen o las familias las obligan a dejar los estudios para que cuiden de sus familiares enfermos de Sida o se ocupen de la cosechas”,
relata Anna sin el más mínimo atisbo de extrañeza aunque sí con resignación. Y es que cuando un trabajador malawiano medio gana 90 Kwachas al día (poco más de un euro) la escuela es un lujo al que muchos no pueden acceder. Sobre todo si se nace mujer porque entonces la injusticia de género se hace aún mayor. Sister Angelina, una monja malawiana que da clases al curso de octavo en el colegio del gobierno de Ka-phiri, donde trabajan otras tres carmelitas españolas, se sonríe tristemente ante la pregunta de cuántos de sus 60 alumnos puede llegar a la universidad. “Si acaso y con mucha suerte uno y por supuesto es un chico, porque las chicas se quedan embarazadas o sus padres no quieren invertir en su educación cuando tienen edad de casarse, que es a los catorce o quince años”. El panorama para ellas es desolador.

Tragedia como licenciatura

Elena Balamem que significa “pájaro”, tiene trece años y se lamenta de no haber nacido varón. Soñaba con ser enfermera pero
sus padres han decidido que educar a una hija es un malgasto de tiempo y de dinero y han decidido invertir las casi inalcanzables 3.000 Kwachas (unos 35 euros) al trimestre que cuesta la secundaria en su hermano Quilala. Para ella no existirán los nervios de los exámenes, ni orla, ni graduación....Deberá casarse cuando cumpla los quince y dedicarse a la crianza de sus hijos. Entre el 8 y el 25 por ciento de sus compañeras han abandonado por quedar embarazadas. Pero ese no es su caso. Pretende casarse por amor y aprender al menos cómo protegerse del virus maldito que afecta a tres miembros de su familia. Si pudiera estudiar sabría que no pueden obligarla a casarse, podría conocer sus derechos y ayudar a otros como pretende. “Muchas veces pagan con su propia vida no haber ido al cole”, asegura Angelina

Cuando la distancia entre el hogar y la escuela importa

“Pirira akusoka", la profesora canta el enunciado. "Pirira wavala diresi", corean todos como una cantinela que recuerda al son repetitivo de nuestras tablas de multiplicar. Las clases continúan. Los niños se pasan pacientemente los pocos bolis y lapiceros de que disponen para hacer por turnos los ejercicios. Después toca volver a casa. La peor parte es para los niños de las áreas rurales. Muchos de ellos deberán andar entre 5 y 7 kilómetros por caminos polvorientos de tierra hasta llegar a sus poblados. En Guinea, por ejemplo, el promedio para llegar a la escuela es de 47 minutos en áreas rurales y 19 en las urbanas. No existe transporte escolar y por supuesto los progenitores no pueden pagar las 60 Kwachas (menos de un euro) que vale la “matola” (autobús). Asi que los niños, descalzos todos ellos porque el calzado es sólo para las “clases pudientes”, caminan y caminan entre baobab hasta su deprimida escuela.
Dominico, con siete años, ha llegado hoy de la mano de su hermano Perulo de este modo hasta las puertas. Después de barrer los alrededores con escobas de ramas secas, como les obligan cada día, ha tenido que enceden los candiles porque el cielo se ha encapotado y de otro modo no podrían ver la pizarra.Cuando llegue la época de lluvias y el
fango borre los caminos Dominico y Butao continuarán haciendo el mismo trayecto dos veces al día como parte de su vida cotidiana. Pero los escollos no quedan ahí. Los planes de estudio no existen y los profesores adolecen de una casi total falta de formación. En Malawi solo hay dos Escuelas de Magisterio oficales en el departamento central, en Likuni y Lilongwe, por lo que la mayor parte del profesorado sólo ha estudiado bachillerato y ha realizado un examen, “Temporary”, para poder impartir clases. “Además faltan maestros porque muchos mueren también a consecuencia del SIDA o hay gran absentismo derivado de los problemas de salud ”.Los que continúan ejerciendo cobran tan solo 6.000 ó 7.000 Kwachas al mes (unos 75 euros) y deben buscar oficios suplementarios para poder sobrevivir. “Dentro de las misiones nosotras intentamos que los niños tengan buena formación, les impartimos clases particulares
cuando terminan las suyas e incluso les pagamos la secundaria gracias a las aportaciones de las organizaciones humanitarias. Tenemos incluso internados de niñas que quedaron huérfanas para que completen sus estudios y puedan servirse por ellas mismas el día de mañana. Pero hay tantos críos en el país, que es difícil si el gobierno no coopera”, asegura Anna. No obstante, el Ministerio de Educación, Deporte y Cultura de Malawi ha trabajado duramente los últimos años
para intentar paliar la situación. Desde 1994, ha incrementado los fondos públicos en educación, ha facilitado becas para que las niñas puedan continuar sus estudios, permite que las adolescentes vuelvan a clase después del embarazo, ha eliminado la obligación de vestirse de uniforme para bajar los costes e incluso ha confeccionado contenidos educativos tendentes a estrechar las diferencias de género y sensibilizar a la población sobre el SIDA. Un lento avance pero significativo que plasma la intención del gobierno de Bakili Muluzi por la enseñanza como máxima prioridad. Al menos esto ha conseguido que las matriculaciones crezcan casi un 50 por ciento, aunque las escuelas no crezcan en la misma proporción por falta de dinero. “En el Foro Mundial de la Educación reunido en Dakar (Senegal), los gobiernos se reafirmaron en el compromiso de universalizar la enseñanza primaria para el 2015.
Los países en desarrollo prometieron implantar “Programas de educación para todos” que contemplaran la escolarización gratuita en primaria. La Comunidad internacional prometió que la falta de recursos no impediría a ningún país seriamente comprometido con la educación alcanzar esa meta. Dos años después, muchos países que han elaborado planes de enseñanza para ello no están recibiendo el apoyo prometido”, señalaba el pasado año en un discurso Nelson Mandela, expresidente de Surafrica y creador de la Fundación que lleva su nombre. La solución así no parece cercana a pesar de las muchas promesas.

Las armas ganan la batalla

“Con un poquito de cada uno podríamos conseguir que su infancia fuera más feliz y que tuvieran una preparación para salir de la pobreza, pero los países ricos solo intervienen cuando tienen algún tipo de interés económico”, sentencia Angelina antes de mandar a sus niños al recreo.
Parece que las armas son más importantes. El pasado año el mundo gastó casi el doble en defensa que en educación. Con 8.000 millones de dólares adicionales al año para este fin, una cantidad equivalente al gasto militar mundial de cuatro días, el objetivo de la educación básica universal se alcanzaría en solo diez años. Pero ya será demasiado tarde para niñas como Elena
Balamem.

UNICEF ha comenzado un programa para aumentar la escolarización femenina en 25 países, junto con la campaña 'Letras para las niñas' de sensibilización en España. El pasado 8 de septiembre se celebró el Día Internacional de la Alfabetización, y todavía son muchos los analfabetos y analfabetas en el mundo, alrededor de 875 millones. Aunque UNICEF ya lleva muchos años trabajando en campañas por una educación universal y de calidad, este año ha decidido centrarse en las niñas. La 'Campaña 25 para 2005' tiene como objetivo reducir en un 30% las niñas no escolarizadas antes de 2005, en 25 países -9 en Asia, 15 en África y uno (Bolivia) en América Latina. La campaña que UNICEF estrena este mes de septiembre en España persigue la movilización de los escolares españoles. 'Letras para las niñas' combinará la acción directa en los colegios dirigida a escolares y profesores con una campaña digital para movilizar y recaudar fondos.

En los buzones llueven panfletos de uniformes escolares a medida desde 40 euros. Todo un chollo!. Dicen los estudios de las distintas uniones de consumidores que una familia española puede desembolsar 240 euros solo en ropa y calzado, a lo que hay que sumar los libros de texto, entre 165 y 210 euros, el precio del comedor y el transporte, que oscila entre 90 y 110 euros....Suma y sigue porque las actividades extraescolares no pueden quedar atrás. La otra cara es la de los pocos afortunados niños africanos que consiguen, a pesar del cólera, la malaria, la desnutrición y el SIDA, ir al cole con mucho esfuerzo por parte de sus familias, que sobreviven en muchos casos con menos de un dólar al día. Pero también les empujan las grandes dosis de concienciación que intentan inculcar las ONG´s sobre la importancia de la educación para conseguir un futuro mejor.


TEXTO: NURIA TAMAYO FOTOS: EMILIO MORENATTI


SEPTIEMBRE-2003
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